... Escuchar Es Aprender (el blog, no el programa de radio) no volverá por el momento, amigos. Prefiero dejárselos como un hermoso recuerdo o algo así (?). No, de verdad, hay muchos discos aquí posteados que son difíciles de conseguir y las crónicas -modestamente- están bastante bien logradas -además de que me llevaron un buen laburo, claro (?)- por lo que el blog seguirá abierto. De todos modos, vale aclarar que si hay links caídos acá -como ya se habrán dado cuenta, pero nunca viene mal para los nuevos avenidos- los mismos no se resubirán. No insistan que ni el mail que está en el sidebar anda (?).
Pero igualmente, este post tiene un final feliz y descaradamente autobombero (?). Hace apenas un par de semanas acabo de comenzar un nuevo proyecto de blog musical llamado demidiscoteca.cc el que les recomiendo por varias razones: en primer lugar, es mío (?). En segundo, estoy intentando mantener una frecuencia de actualización diaria con más de un disco por vez (hasta el viernes serán seis, pero de allí en adelante, de a tres) en calidad de MP3 óptima como le gusta al audiófilo promedio que aún disfruta de comprar los discos y por ello no baja en FLAC que es de vago que sólo piratea (?).
Así que ya saben, amigos seguidores de Escuchar Es Aprender el blog: vayan por el lado de demidiscoteca.cc que tiene todo lo que disfrutaban de este humilde espacio que fue mi hogar durante varios años y unos cuantos y esporádicos posts. Les agradezco tanto la compañía, el interés, tanto que no puedo ni creerlo ni expresarlo en palabras, y los invito, si gustan, a seguirla por allá. Gracias, de verdad, por todo. ¿Nos vemos ahí?
El otro día, mientras -inspirado en este post- me acordaba de las mejores aventuras grupales que se dieron en los hermanos menores del país del Norte, Canadá, inmediatamente -además de ciertas obvias menciones que pueden ver aquí- apareció de forma casi automática en mi mente la banda a la que haré mención en este post justamente con el disco que lo ilustra. Y es que difícilmente pueda hablarse del rock en Canadá sin mencionar a los geniales Five Man Electrical Band y a este, su álbum autotitulado de 1969.
Originalmente llamados The Staccatos, estos muchachos empezaron a sacar discos a mediados de los '60 y a caballo de un precioso pop psicodélico rápidamente se hicieron conocidos en la escena canadiense de la época. La consagración en su país natal les llegó con su segundo disco de estudio, un split con los mucho más populares The Guess Who? llamado A Wild Pair donde incluían una bella canción llamada "Half Past Midnight" que les valió varios arqueos de cejas en radios de la época y un prometedor boleto a Los Ángeles.
Como para esa época ya eran cinco, el grupo decidió renombrarse muy ad hoc y editar su tercer álbum -primero en EE.UU.- en 1969. Five Man Electrical Band, su autotitulado, profundizaba dos aspectos interesantísimos de la música del grupo: el primero, sus sutiles armonías vocales; el segundo, el notable talento compositivo de su líder y factótum Les Emmerson. Las voces de Five Man Electrical Band -si bien buscaban emular a los Turtles, Beach Boys o a sus compatriotas Lovin' Spoonful- eran el complemento perfecto para las temáticas de Emmerson: mucho más arraigadas en el blues que las de sus coetáneos, otorgaban a la música del grupo una atmósfera emocional alejada del lavado dream pop de la época y mucho más cercana (por su crudeza) a la psicodelia.
Los cinco cantaban, y lo hacían muy bien. Pero además, eran músicos muy complementarios. Sobre todo el dúo de bateristas hermanos de Rick y Mike Belanger, cuya estructura -donde uno mantiene el ritmo junto al buen bajista Brian Rading y el otro ejecuta cuidados patrones de exquisita sutileza- era el perfecto soporte para las muy buenas canciones que contiene este larga duración, dos de las cuales muestran a las claras las influencias de Emmerson y los suyos: "Fancy Dancin' Man" es de Gary Bonner y Alan Gordon (compositores para Lovin' Spoonful y los Turtles, entre otros) y "You're Gonna Lose That Girl" es, claro, de Lennon y McCartney (si bien no está incluida en la versión estadounidense -que aquí ofrecemos- sí se encuentra en la original canadiense y en esta recomendable reedición).
Lamentablemente, en un mercado saturado de oferta por bandas de esta raigambre, los Five Man Electrical Band pasaron desapercibidos. Capitol, su disquera, les soltó la mano y casi los condenó al ostracismo. Al menos hasta 1971, cuando la pequeña Lion Records reedita un ignorado single del grupo en MGM -que los tuvo por menos de un año- llamado "Signs" como adelanto del disco que estaban próximos a lanzar allí, Goodbyes & Butterflies. El simple fue un éxito, llegando al #3 en las listas de EE.UU., pero eso no ayudó a las ventas del disco y el fracaso, esta vez, fue demasiado: la banda se separó en 1973 con un par de discos más -Coming Of Age en el '72 y Sweet Paradise en el '73- en el medio.
Pero eso, como siempre, no evita que podamos disfrutar de las viejas joyas olvidadas de este querido y querible grupo canadiense.
Five Man Electrical Band, Ídem Capitol Records, 1969
1. Five Man Electrical Band (3:21) 2. Last Time I Saw Memphis (3:29) 3. Private Train (2:21) 4. Half Past Midnight (2:24) 5. Black Sheep Of The Family (2:23) 6. Maple Lane (3:00) 7. Fancy Dancin' Man (2:26) 8. We Go Together Well (2:24) 9. Didn't Know The Time (2:26) 10. Running Back (2:32)
Rippeado @ 192 kbps. | 37 MB aprox.
Personal Les Emmerson - guitarra, voz Brian Rading - bajo, voz Ted Gerow - piano, órgano, voz Mike "Bell" Belanger - batería, voz Rick "Bell" Belanger - batería, voz
Ejemplo musical: originalmente lanzado como simple en 1967, "Half Past Midnight" fue -como dijimos arriba- el primer gran éxito de Five Man Electrical Band cuando aún eran The Staccatos. Esto hizo que los muchachos, obviamente, también lo incluyeran en su LP del '69.
Hemos hablado sobradamente en este blog de los inicios de la década del '70 en el rock de nuestra Argentina. En este sentido, hemos dejado bastante establecido que en aquellos días existían dos vertientes bien diferenciadas: por un lado -y de la mano de Billy Bond- se estilaba un rock pesado con raíces bluseras que propendían grupos como Pappo's Blues, Vox Dei o Pescado Rabioso. Por el otro, una ebullente vertiente acústica y folk de cuidados arreglos y armonías bellísimas era ignorada por el público masivo y confinada a devenires cási cofrádicos.
Es el caso de la banda que ilustra nuestro post del día, Pacífico. Se trata del segundo proyecto del artista plástico y fotógrafo Eduardo Martí quien, luego del breve trío Trieste (junto a Héctor Starc y Machi Rufino) se había aventurado con toda su lírica a cuestas a un proyecto de folk-rock progresivo junto al guitarrista Hugo Arbe y al flautista Miguel Ángel Pezzolano. Martí era, obviamente, un hombre de muchos amigos en el ambiente del rock nuestro y fueron algunos de ellos (el mencionado Starc, Emilio Del Guercio y Rodolfo García, por ese entonces promocionando su primer disco como Aquelarre) los que ayudaron inmensamente a que la banda pudiera publicar en 1972 y por Trova su primer y a la postre único registro discográfico, La Bella Época, que aquí ofrecemos.
Esto fue, claro, antes de disolverse tan silenciosamente como se habían formado, culpa esto de esta situación que describíamos más arriba: el público masivo evidentemente no comprendió la sutileza de los arreglos -por momentos plagados de ribetes de bossa nova, por otros herederos de Crosby, Stills & Nash y con inteligentes toques de jazz y momentos rockeros- de Pacífico, volcado mediática y publicitariamente a álbumes como Desatormentándonos, Pappo's Blues Vol. 2, el Volumen 2 de La Pesada (el disco de la oreja) o, en la faceta folk, al complaciente y adolescente estilo de los debutantes Sui Generis de Vida.
Porque si hay algo que La Bella Época no posee es simpleza, complacencia: Martí y sus compañeros rescatan los últimos atisbos del hippismo y la bohemia porteña en un clima intencionadamente amigable, calmo y agreste. Se trata de una propuesta, paradójicamente, nada improvisada pero evidentemente hecha en un clima de amistad y compañerismo que se traslada a cada nota y a cada armonía. Es sumamente destacable el fino trabajo de voces -aún pese a ciertos desatinos- y el entrecruzamiento y exploración de estilos de este disco, lo que a su vez acrecienta el fantasma de la "dificultad" con que se lo etiquetó en su tiempo.
Se trata, sin embargo, de uno de los mejores registros de aquel 1972, un reflejo claro de qué era lo alternativo al rock y blues entonces reinante; uno de los discos más olvidados de nuestro rock que, sin embargo, posee una peculiar reivindicación que tardó más de 30 años: en 1995, en su fundamental disco Chaco, los Illya Kuryaki And The Valderramas de Emmanuel Horvilleur (hijo de Martí) incluyeron como cierre de su poderosa "Remisero" los últimos versos de una de las canciones de La Bella Época, la bossa nova "Una Estela Sin Final", a manera de transición entre esta canción y la balada "Abismo". Este hecho, no más que una curiosidad, no logró rescatar demasiado del olvido a este grupo y su único y muy disfrutable registro.
Esperemos, sin embargo, que ustedes sí lo disfruten.
Pacífico, La Bella Época Trova, 1972
1. Canción Para Un Pequeño Ladrón (7:02) 2. No Eras Vos, No Era Yo (3:12) 3. Ella Es Tu Hermana (6:07) 4. Mi Mágico Amigo (4:38) 5. Una Estela Sin Final (4:06) 6. Llanto de Un Atardecer (4:13) 7. Escapatoria (5:37)
Rippeado @ 192 kbps. | 50 MB aprox.
Personal Eduardo Martí - guitarra acústica, percusión, voz Hugo Arbe - guitarra acústica, percusión, viola, voz Miguel Ángel Pezzolano - flauta, percusión, voz Pedro Botti - piano Héctor Starc - guitarra eléctrica en "Ella Es Tu Hermana" y "Escapatoria" Emilio Del Guercio - bajo en "Ella Es Tu Hermana" y "Escapatoria" Rodolfo García - batería en "Ella Es Tu Hermana" y "Escapatoria"
Ejemplo musical: una de las grandes canciones acústicas de La Bella Época, "Llanto De Un Atardecer", refleja perfectamente la esencia de Pacífico.
Si bien ustedes, caros lectores, quizás no lo recuerden, ya hemos hablado anteriormente de quienes hoy ilustran y adornan este post. Se trata de una alianza que unió a lo más interesante de la escena folk inglesa que, a mediados y finales de los años '60, era un hervidero de creatividades y propuestas. En medio de todos estos pujantes músicos que buscaban hacerse un lugar había dos tipos que se destacaban del resto.
Se trataba del escocésBert Jansch, habilidosísimo guitarrista que -mudado a Londres en los albores de la década- tuvo la dicha de conocer a otro violero prodigioso, londinense él: John Renbourn. Jansch y Renbourn, ambos jóvenes, compartían un ávido interés por el folk instrumental y la mitología celta y -con esos antecedentes- se mudaron juntos a un apartamento en el suburbio (del noroeste de Londres) Kilburn, lugar que sería la base de operaciones del dúo de allí en más: Bert y John, además de compañeros de cuarto, serían en adelante partenaires en el escenario.
Juntos desarrollaron, a caballo de un complejo y fascinante interjuego de guitarras, un estilo propio conocido como folk baroque y que sirvió para que un disco maravilloso como Jack Orion de Jansch (donde Renbourn cumplió un rol clave) se convirtiera en material de referencia para todo el folk del Reino Unido. Pero no fue hasta que la alianza se cristalizó también de manera acreditada que este juego guitarrístico dio un salto de calidad fundamental.
Allí es donde entra a tallar el disco que ilustra este post, Bert And John. Primero -y único- de Jansch y Renbourn como dúo, es la muestra más cabal de cómo dos habilidades únicas para las seis cuerdas pueden unirse perfectamente, complementarse y crear algo sugestivo y novedoso. Es el pico más alto de creatividad de dos sujetos y se da en forma conjunta, lo que le confiere esa estela de simpleza aún en la complejidad de lo propuesto.
Sólo hay un par de canciones cantadas aquí -en la voz de Jansch- pero también eso alcanza para ver que sus dulces voces y sabias composiciones terminan de cimentar una idea que no sólo vive de instrumentales. Son canciones (algunas de ellas clásicos y tradicionales) breves, de apariencia simple y sentimiento cándido. Nada pretenciosas, conectan con la emoción del intérprete y el escucha a través de suaves melodías y de una cadencia singular dada por este interjuego que mencionábamos y que prueba ser un aspecto fundamental del álbum.
A partir de este dúo y mediante la añadidura de talentos (más notoriamente el contrabajista Danny Thompson y la cantante Jacqui McShee), la unión de Bert y John crecería hasta transformarse en un grupo clave de la mixtura entre folk y rock progresivo, Pentangle. Pero esa es otra historia: la clave de ambas carreras -extensas, prolíficas, geniales- la semilla de todo lo que iba a venir está aquí, en Bert And John. Dos talentos en su etapa más genial. Disfruten, amigos.
1. East Wind (1:22) 2. Piano Tune (1:37) 3. Goodbye Pork Pie Hat (3:51) 4. Soho (2:56) 5. Tic-Tocative (1:57) 6. Orlando (1:41) 7. Red's Favourite (1:33) 8. No Exit (1:26) 9. Along The Way (2:01) 10. The Time Has Come (2:49) 11. Stepping Stones (2:41) 12. After The Dance (2:26) Bonus Tracks [Reedición Wooden Hill Recordings, 1998] 13. The Waggoner's Lad (de Jack Orion, Bert Jansch, 1966) (3:25) 14. Lucky Thirteen (de It Don't Bother Me, Bert Jansch, 1965) (3:34) 15. In This Game (outtake Nicola, Bert Jansch, 1967) (4:04) 16. Dissatisfied Blues (outtake Nicola, Bert Jansch, 1967) (2:55) 17. Hole In The Coal (orig. Pentangle) (5:23) 18. Bells (orig. Pentangle) (4:00)
Rippeado a 128-229 kbps. [VBR] | 67 MB aprox.
Personal Bert Jansch - guitarra, piano, voz John Renbourn - guitarra
Ejemplo musical:una de las pocas canciones cantadas del álbum es la rendición de Jansch y Renbourn de un (a la postre) clásico de la cantautora Anne Briggs, "The Time Has Come".