Una de las bandas más influyentes de finales de los '90, aunque claro, poco reconocida, es la que hoy les ofrezco. Weezer es el nombre del grupo, aunque en realidad se trata de las canciones salidas de una mente prodigiosa: la de Rivers Cuomo, voz, guitarra y alma máter del grupo. Nieto de inmigrantes italianos, hijo de hippies (su nombre quiere decir ríos, y el de su hermano es Leaves, hojas de árbol), Rivers tiene como característica más particular una facilidad muy llamativa para escribir canciones de una sensibilidad y exactitud asombrosa.
Sin usar un lenguaje muy complejo ni muy meloso, Rivers compone (profusamente, además) unos temas únicos y fantásticos. Las estructuras de sus temas son otro punto muy destacable: basándose claramente en el bubblegum pop que profesaran, por ejemplo, The Monkees, Cuomo agrega distorsiones y rítmicas punk para componer obras verdaderamente hermosas, que sin ser complejamente progresivas alcanzan mucha sofisticación. Nadie podrá decir que una canción de Weezer es del todo mala, ni del todo punk, ni del todo pop. Weezer es absolutamente único, es uno de esos grupos que se te cuelan y te afectan hasta la médula.
Y que no paran de sacar maravillas, una tras otra. En 1994 sorprendieron al mundo con su primer disco autotitulado, una obra clave para entender la movida indie que por esos días iba conquistando al mercado de los EE.UU. Un par de años después se instalaron definitivamente en el imaginario yankee con ese ejemplo de buen gusto que fue Pinkerton. Cinco años se tomaron para editar éste disco que aquí aparece, repitiendo título (y estética) del primero, para así demostrar que no habían terminado. Recién estaban empezando.
Un álbum que se exime de demasiados comentarios, una obra perenne que gusta, impacta, enamora. Un ejemplo de pop en su mejor forma. Si todavía no lo escucharon, yo no sé qué hacen que no scrollean velozmente hasta el fondo de este post.
Weezer, Ídem
Geffen, 2001Sin usar un lenguaje muy complejo ni muy meloso, Rivers compone (profusamente, además) unos temas únicos y fantásticos. Las estructuras de sus temas son otro punto muy destacable: basándose claramente en el bubblegum pop que profesaran, por ejemplo, The Monkees, Cuomo agrega distorsiones y rítmicas punk para componer obras verdaderamente hermosas, que sin ser complejamente progresivas alcanzan mucha sofisticación. Nadie podrá decir que una canción de Weezer es del todo mala, ni del todo punk, ni del todo pop. Weezer es absolutamente único, es uno de esos grupos que se te cuelan y te afectan hasta la médula.
Y que no paran de sacar maravillas, una tras otra. En 1994 sorprendieron al mundo con su primer disco autotitulado, una obra clave para entender la movida indie que por esos días iba conquistando al mercado de los EE.UU. Un par de años después se instalaron definitivamente en el imaginario yankee con ese ejemplo de buen gusto que fue Pinkerton. Cinco años se tomaron para editar éste disco que aquí aparece, repitiendo título (y estética) del primero, para así demostrar que no habían terminado. Recién estaban empezando.
Un álbum que se exime de demasiados comentarios, una obra perenne que gusta, impacta, enamora. Un ejemplo de pop en su mejor forma. Si todavía no lo escucharon, yo no sé qué hacen que no scrollean velozmente hasta el fondo de este post.
Weezer, Ídem
1. Don't Let Go (2:59)
2. Photograph (2:19)
3. Hash Pipe (3:06)
4. Island In The Sun (3:20)
5. Crab (2:34)
6. Knock-Down Drag-Out (2:08)
7. Smile (2.38)
8. Simple Pages (2:56)
9. Glorious Day (2:40)
10. O Girlfriend (3:49)
Rippeado @ 320 kbps / 64 MB aprox.
Personal
Rivers Cuomo - voz, guitarra
Brian Bell - guitarra, coros
Mikey Welsh - bajo, coros
Patrick Wilson - batería, coros
Ejemplo musical: La sensibilidad pop de Rivers Cuomo a la máxima potencia en uno de los secretos mejor guardados de Weezer: "Photograph", o como darle una vuelta de tuerca más a los Monkees y salir airoso. Provecho.
Todo niño sensible hara click aquí.
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